SINOPSIS:
«Sin
haber superado aún el duro golpe que supuso la muerte de su padre,
Layken y su hermano Kel deben mudarse a Michigan, donde su madre ha
encontrado trabajo como enfermera. Nada más llegar, Layken congenia
con el vecino de enfrente, Will. Entre los dos surge algo especial
que no son capaces de poner en palabras... todavía. Tras una primera
cita, Lake ve Michigan con otros ojos y está dispuesta a darle una
oportunidad, pero cuando empiezan las clases en el nuevo instituto
descubre que Will es su profesor de poesía...».
OPINIÓN:
Con
apenas dieciocho años y con el último año de instituto por
delante, la vida de Layken no es en absoluto perfecta. Después de
vivir la muerte de cerca, debe dejar atrás toda su vida y empezar de
cero en una ciudad desconocida, en una casa que difícilmente puede
considerarla «su hogar» y en un instituto en el que no conoce a
ninguno de sus compañeros.
Pero
entonces aparece Will como un arco iris en un día lluvioso. La
atracción puede palparse entre ellos nada más conocerse. No hay
muchas escenas íntimas entre ambos (no es una novela en la que se
describa demasiado las escenas de amor y pasión entre los protagonistas), pero las
que hay son todas muy dulces. La presencia de Will hace que Layken
vea las cosas de una manera mucho más abierta, más positiva, más
esperanzadora, y se deja llevar por sus sentimientos... hasta que
descubre que él es su profesor de poesía y todo empieza a volverse
negro.
Una
de las cosas que más me gusta de la autora es que desecha los
tópicos de cuentos de hadas. Describe historias reales, de nuestro
día a día, duras y difíciles de tragar, pero también hermosas y
dignas de recordar. Conoceremos no solo la lucha de Layken y Will,
sino también la de Julia, la madre de Layken, y la de Eddie, la
nueva y peculiar amiga de la protagonista (un personaje muy especial
para mí). Y también veremos la tierna manera que tienen los niños
de esquivar las piedras que la vida se empeña en arrojarnos a lo
largo del camino.
Colleen
Hoover se ha vuelto a ganar un trocito de mi corazón con esta
novela. Su forma de narrar es tan amena y tan emotiva que siempre es
una delicia poder leer su trabajo. Me ha hecho reír a carcajadas y
llorar como una magdalena. ¡Hasta ha conseguido que vea la poesía
de un modo más apreciativo!
Un
punto fuerte: El final de la novela. Creo que es uno de los
mejores finales que he leído hasta la fecha.
J. M.
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